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categoría Concurso

Como una semilla, nuestra propuesta para la residencia de la familia Jorejick nació con una promesa y con un recuerdo: la promesa de acogida y el recuerdo de una sombra en una tarde calurosa. El desafío de un nuevo objeto es el tiempo, y afrontarlo para llenar su existencia de recuerdos de quienes lo comparten se convierte en su función esencial. Por ello, imaginamos que la piedra angular de esta construcción fuera precisamente una semilla. El árbol que crecerá allí llenará de vida el proyecto, incluso antes de que se concluya.
Ese árbol, que echa raíces en la tierra determina su lugar, nada puede sacudirlo. De forma similar, la tierra define y enraiza el proyecto. Elevamos el terreno del solar en forma de bloques de 9x15cm que forman muros. Estos muros soportarán cerchas y tejas. Es el suelo sosteniendo el cielo.
Es difícil levantar muros, pero estos están dispuestos de forma ordenada y secuenciada, pensando en la posibilidad de un trabajo conjunto entre arquitecto, constructores, familia y territorio. De este modo, mientras unos levantan los muros y preparan los bloques, otros se dedican a la carpintería, inspirada en los muebles de Enzo Mari. Nuestra propuesta es solamente una invitación para eso.
El proyecto está formado por dos bloques, ambos con 3 habitaciones con las mismas dimensiones. El vacío entre los dos bloques se llena con el calor de la cocina y de la colectividad. Los espacios privados se ubican en los bloques, un microcosmos individual que también se comparte. Los Jorejicks se encuentran en medio de la casa, en ese espacio casi sin paredes, que se abre a todo el terreno.
La casa, construida con el propio terreno local, no posa sobre el solar. Se construye a partir de él, se afianza con las relaciones familiares, con los animales, con los árboles, con el viento, con la vida cotidiana de cada uno y con sus rutinas. Cuando se reúnan para conversar, jugar, comer, podrán observar ese árbol que crece y acoge a todos en la familia, es decir, lo ordinario se convierte en extraordinario.
Así, los pequeños momentos serán acogidos por todos los elementos que componen esta casa, que fueron pensados ​​para que cualquiera de la familia pueda apoderarse, construir y regalar a sus seres queridos, pues en cada elemento hay la mano de alguien cercano. Una casa que se construye a través del gesto de regalar unos a los otros.
Invitamos a los Jorejicks a utilizar este refugio que acoge a toda la familia, todo el terreno, todos los animales, todos los desacuerdos, todas las visitas, todos los cumpleaños, todos las conquistas, en fin, toda la vida.